No es un secreto que Apple ha tenido problemas este año tanto con el lanzamiento de su sistema operativo móvil iOS 13/iPadOS como con el SO de escritorio macOS Catalina. Ambas actualizaciones han supuesto un quebradero de cabeza para los usuarios y desarrolladores, que han visto como su nuevo sistema estaba caracterizado por numerosos bugs en las funciones ya existentes y en las nuevas.
Por suerte (y como era de esperar) Apple ya ha empezado a corregir algunos de estos problemas con varias actualizaciones. De hecho, ya vamos por la versión 2.3 de iOS 13. De todas formas, el camino no está ni mucho menos terminado y todavía quedan cosas por corregir.
Apple, simplemente funciona
Una frase que ha caracterizado a los sistemas operativos de la manzana a lo largo de la historia es que «Apple simplemente funcionan». Siempre han sido sistemas intuitivos, ligeros, veloces y estables, es decir, que dotaban al usuario de un equipo cuyo comportamiento era prácticamente siempre el esperado (quién podría olvidarse de aquel maravilloso Mac OS X Snow Leopard).
Mientras tanto, la competencia directa (Windows) siempre ha estado caracterizada por muchos problemas con cada actualización. Solo hay que buscar en Google las palabras «pantallas azul» para darnos cuenta de que estos problemas llevan ocurriendo durante muchísimos años. Es más, una de las cosas que critican los desarrolladores es que Microsoft lance varias actualizaciones al año de su sistema, ya que se encuentran con funcionalidades inacabadas o con cambios que corrompen el sistema ya existente, provocando inestabilidades y comportamientos no deseados que afectan negativamente a su flujo de trabajo.
iOS 13 y macOS Catalina: ¿un paso atrás en fiabilidad?
Está claro que Apple ha introducido cambios grandes en los dos sistemas operativos recientemente lanzados y que eso aumenta la probabilidad de que tengan problemas y existan fallos. Sin embargo, desde Apple deberían asegurarse de que las fases de testing cumplen con los estándares de calidad. Al fin y al cabo es mejor retrasar la salida del sistema o no incluir tantas mejoras desde el día 1 y garantizar que el funcionamiento de las herramientas implementadas sea el correcto para los usuarios.
Un cambio de enfoque para el desarrollo
Según los chicos de Bloomberg, parece que Apple habría aprendido de uno de los lanzamientos con más problemas en su historia moderna y piensa cambiar el enfoque de cara al desarrollo de las próximas versiones. Este nuevo enfoque se caracterizaría básicamente por la inclusión de «indicadores» o flags en inglés. Estos «indicadores» permitirían a los del Apple Park el desactivar funcionalidades que no estén correctamente acabadas o cuyo comportamiento no sea el esperado en las fases de testing del sistema.
Pero no sólo han pensado en esto, desde Cupertino también habrían tomado la decisión de retrasar una cantidad significativa de nuevas funcionalidades para iOS 14 hasta 2021.
Sinceramente, no sé si realmente el cambio tendrá un impacto importante en el resultado final, ya que creo que el problema está, precisamente, en detectar si las herramientas funcionan de la forma esperada o no. Y esto, señores, es una cuestión de invertir tiempo y de no ir con prisa.
Es por esto que pienso que lo más importante es no ir a las carreras con las actualizaciones. No obstante, todo lo que Apple haga en favor de que el usuario final disfrute de un sistema lo más estable posible es bienvenido. Esperemos que el año que viene no volvamos a ver el mismo desastre de este año.