Con el lanzamiento del iPhone 11, vimos cómo Apple ha sido continuista con una de las tendencias que acompañan desde los últimos años, aumentar el grosor del terminal. En 2014 vimos por última vez, con el iPhone 6, una keynote en la que se hiciese alusión a la disminución de grosor del dispositivo. A partir de ahí, ha ido subiendo año tras año, especialmente este último, dado que el iPhone 11 utiliza ese espacio extra para aumentar hasta 5 horas de batería respecto a los XS de 2018.
También es cierto que las pantallas OLED incorporadas en los terminales (no en todos) desde el iPhone X han conseguido también reducir el gasto de batería cuando la pantalla está encendida. El motivo es sencillo, cuando un pixel de la pantalla OLED tiene que mostrar el color negro, simplemente se apaga, dejando de emitir luz y reduciendo el consumo de energía. Este fenómeno no es de hecho binario. Con esto quiero decir que cuanto más oscuro es el color de un píxel, menos luz emite, ya que no necesariamente tiene que estar apagado para reducir el consumo.
A esto tenemos que sumar el hecho de la llegada del modo oscuro a iOS 13. Con esta nueva interfaz de de colores oscuros (valga la redundancia) los píxeles emiten menos luz, de nuevo, reduciendo el consumo del terminal cuando la pantalla está encendida. La pregunta es, ¿es el impacto realmente significativo? O estamos ante algo que realmente es despreciable para el usuario final.
Pues bien, para comprobar el impacto real, os traemos hoy el test realizado por PhoneBuff.
Adónde va a parar nuestra batería
En el experimento utilizan un iPhone XS sobre el que un robot llevará a cabo diversas acciones navegando por iOS 13. Este proceso se realiza dos veces, una con el modo oscuro activado y otra con la interfaz tradicional. No existe ninguna variación en las acciones en ambos intentos. Lo único que varía es el color de la interfaz, permitiéndonos entender y comprender al detalle su impacto.
Los resultados son cuanto menos sorprendentes (podéis ver las gráficas en la foto de abajo). En el momento en el que el iPhone XS con modo oscuro desactivado se apagaba por falta de batería, el otro terminal (con modo oscuro activado) todavía se encontraba al 30%. En la gráfica podéis ver cómo ocurre la caída en diversas etapas del experimento.
Si queréis ver el vídeo completo del test, os lo dejamos a continuación.
Ojo, entendamos bien los resultados
Este experimento no se puede traducir en un «con modo oscuro la batería me dura un 30% más». De hecho, hay que partir de la base de que este test se ha hecho haciendo un uso más bien inhumano del terminal, que es con la pantalla encendida continuamente.
El uso que una persona media le da al terminal no siempre es con la pantalla encendida, puesto que el mismo puede encontrarse durante varias horas en modo espera, reduciendo el impacto del modo oscuro en la batería. Es decir, cuantas más horas pasamos con la pantalla del terminal encendida por cada ciclo de batería, más impacto tendremos por el hecho de utilizar el modo oscuro.
Otro dato que hay que considerar es que el experimento se ha llevado a cabo con las pantallas a 200 nits de brillo. Mi intuición me dice (que no tiene por qué ser así) que a mayor brillo, mayor impacto del modo oscuro también, puesto que las diferencias en brillo absoluto por pixel son más elevadas.
Lo último a tener en cuenta es que el estudio se ha hecho utilizando funciones compatibles con el modo oscuro. Si navegamos por la web y las mismas tienen un fondo claro, el impacto del modo oscuro se verá mermado. Lo mismo ocurre si utilizamos apps no compatibles con el modo oscuro.
Todo esto no significa que no podáis tener una mayor autonomía en vuestro terminal utilizando la interfaz tradicional. Simplemente desactivando el brillo automático de la pantalla y poniéndolo al mínimo deberíais encontraros con una autonomía significativamente superior.
Esperamos que os haya gustado el análisis y que sigamos pudiendo desgranar día tras día en qué se gasta cada mAh de la batería de nuestros terminales.